Memoria selectiva

¿Qué pasaría si pudiésemos seleccionar los recuerdos que queremos mantener? Levantarnos por la mañana y sólo recordar las risas con los amigos, el sabor del helado o el olor de tu colonia favorita. Lograr de esta manera lanzar a algún punto lejano del olvido los momentos tensos, las lágrimas o las decepciones.
¿Que pasaría si la frase ‘quédate con lo bueno’ pasara a ser un hecho, y no un gran esfuerzo? Dejar atrás ese día que te despidieron del trabajo y sólo recordar tu primera propina. Olvidar a quien nos hizo daño, nos manipuló o nos traicionó y mantener sólo en nuestra mente a aquellos que hacen que esta vida, a veces tan dura, sea un poquito más llevadera.
Probablemente, al ser mayores, recordaríamos nuestro paso por este mundo con una sonrisa, sin esos sabores agridulces que nos la borran tantas y tantas veces. Nos quedaríamos con lo mejor de esta vida en la que hemos tenido que aprender a aceptar los errores, sin recibir nunca elogios por los logros, a asumir las críticas, pese a que no siempre sean justas y a comprender que el amor es lo primero, siempre que sea una tarea fácil.
Probablemente, creceríamos llevando en nuestro corazón los seres queridos y los grandes momentos vividos, y de esa manera nuestro alma podría descansar en paz incluso antes de morir. 

0 comentarios

La realidad de vivir en Londres



Llevo ya unos días leyendo distintos blogs donde la gente explicaba su experiencia en las distintas ciudades de Inglaterra donde, como todos sabemos, muchos españoles, jóvenes y no tan jóvenes, se han tenido que mudar en busca de oportunidades.
Gracias a estos blogs una se va haciendo una idea de lo que se puede encontrar, y poder ir descartando. Por ello, me ha apetecido escribir esta entrada, sobre todo para aconsejar, rotundamente, NO venir a vivir a Londres.
Londres es una ciudad fría. Y vosotros diréis…¡Vaya novedad! Pero es que es fría hasta con 30 grados. Es fría hasta cuando las nubes deciden darnos tregua y regalarnos unos tímidos rayitos de sol, escasos durante el año, que no aguantan más de un par de horas en el cielo.
Londres es una ciudad cara. Otra vez pensaréis que vaya novedad, pero realmente creo que no sabéis hasta que punto. Tienes que pagar hasta por respirar. Quien no es pobre, aquí se siente pobre. Salir a comer, al sitio más barato posible (descartando Mc Donalds, Burguer, Pret a Manger… etc) no te sale por menos de 12 pounds, unos 14 euros. Eso el sitio más, más, más, barato. Y otra meta es encontrar ese sitio. ¿Salir de fiesta? Pues a 3’5 pounds la cerveza más barata, a 20 pounds la entrada a la discoteca (sin consumición, claro) a 8 pounds el cubata… plantéate si te merece la pena. El transporte te cuesta un riñón. Dejémoslo ahí. Yo suelo pagar 5 pounds al día, unos 6 euros. Eso, cada día de cada semana de cada mes, pues haz cálculos. También te digo que es casi como pagar un alquiler, ya que te pasas metido en el metro un 20% de tu día y eso, para los que hemos crecido paseando junto al mar, es una pena y un sacrilegio. 
Londres es una ciudad para vivir entre ratas. Y no, no exagero. Yo he pasado por 4 casas donde he visto de todo… y pagando (a medias con mi pareja) unos 650 pounds al mes, (770 euros, así a ojo) POR UNA HABITACIÓN. Y sí, oiréis que esa es la esencia de venir a vivir a Londres; compartir casa con gente de todas partes, conocer nuevas culturas y relacionarte con personas distintas. La realidad es que vives con gente a la que no han educado como a ti, que no sabe lo que es un trapo, ni quitar los pelos de la ducha, ni fregar la sartén, ni pasar una aspiradora. Gente que le pasa un ratón por los pies y ni se inmuta. Lo cierto es que mis mejores compañeros de piso han resultado ser españoles (aunque “cafres” hay en todos los países).
Londres es, en definitiva, una ciudad que se alimenta de su interés turístico, pese a no cuidar demasiado bien el trato a los turistas. Se alimenta de la necesidad de los extranjeros de aprender inglés, y se desarrolla y crece de sacarnos a nosotros hasta el riñón, de ofrecernos, literalmente, mierda, que nosotros vamos a aceptar porque hay que hacerse con el idioma a toda costa.
Habrá opiniones de todo tipo, pero yo no aconsejo Londres ni para venir de viaje. Es fría, apagada incluso con la luz de los carteles de Picadilly iluminándote la cara, es egoísta, desconsiderada, pretenciosa y creída. 

0 comentarios

Un lugar para ser feliz

Como ya dije en una ocasión, soy de esas personas afortunadas que han podido viajar. He vivido en otros países e, incluso, en otros continentes. He conocido distintos tipos de personas y, sobre todo, me he adaptado a las distintas maneras de vivir. 

Vivimos en unos tiempos donde tenemos que priorizar las posibilidades. El futuro, ese aterrador enemigo, y todas las preocupaciones que le acompañan, son los encargados de movernos de un sitio a otro en busca de oportunidades. Ellos nos llevan a lugares que no se asemejan a lo soñado, a lo conocido y, mucho menos, a lo acostumbrado. Nos transportan a ciudades de lluvia, ruido y egoísmo, donde manda la rapidez, el tiempo y la soledad. Donde se olvida disfrutar de un paseo en un parque y donde el silencio, la paz y la tranquilidad murieron hace mucho.

Sin embargo, siempre se puede huir, aunque sea por un segundo, a algún lugar donde sentirse bien, donde sonreir un poco más, donde compartir paseos sin prisas, donde vivir un pelín más despacio y, de todo lo ya conocido, para mí, ningún lugar es mejor que la Toscana. Hace un par de años me enamoré de Italia, y en Italia. No debe ser casualidad, y es que la Toscana es un lugar para enamorarse, es alegría, es música, es helado, es pizza, es sol, es silencio, es paz, es armonía. La Toscana es un lugar para ser feliz.

Ya se sabe, para gustos los colores. Muchos pensaréis que peco, una vez más, de subjetiva. Probablemente, esos muchos seréis los que no habéis tomado un buen café desde una terraza en la piazza del campo de Siena. 

Hacedlo, y volved a leer este blog. 

0 comentarios

Y aprendo

Contigo aprendí que las risas no se cuentan y que las lágrimas se olvidan. Que los momentos mágicos los protagonizan los silencios y que las noches más llenas están vacías de palabras. Que los 'te quiero' poco importan si se dicen por rutina, y los 'lo siento' de nada valen si suman más de tres.


Contigo aprendí cómo amar sin dejar de amarse o cómo tener dos vidas, una contigo, otra sin tí, pero todas con lo mejor de un 'conmigo'. Y aprendí que, a veces, no hay almas más unidas que las que deben caminar por separado, que no hay corazones más enamorados que los que saben latir en soledad.

Contigo aprendí a llenar mi vida de "sin sentidos", a olvidar la lógica, la razón, y todas esas palabras amigas de la cordura, ya que contigo aprendí y contigo aprendo, que no hay amor más cuerdo que el que se lleva a cabo con locura.

0 comentarios

Gracias

Puede que acabe siendo una famosa escritora, quizás sirva en un bar de moda, o quizás sea ama de casa. Puede que me case, o que me divorcie y nunca sepa lo que es el amor para siempre. Puede que viva aquí, allá o aún más lejos, pero ¿que más da? Lo único cierto es que preocuparse por el futuro es como renunciar a tu vida por un desconocido.

Tanto crear sueños y esperanzas que hoy no valoré el abrazo de un niño, el sabor del chocolate, la suavidad de las sábanas o la canción francesa que sonó en la radio mientras me duchaba. Ahora quiero saltar en los charcos, cenar hamburguesas, beber tequila un lunes y gastarme todo lo ahorrado en ese vestido que tanto me gustó.


Hoy quiero alejar al miedo de un soplido, pisotear la tristeza y abrazar a la vida porque puedo, porque quiero, porque no importa si tus propósitos cada vez se ven más lejos. Hoy lucha, crea otros nuevos y no renuncies a nada.


Me he sentado y he analizado la vida. Sí, hazlo. Hazlo y quizás comprendas un poco menos tus lágrimas. Hazlo para darte cuenta de que, como yo, tienes lo ÚNICO que se necesita para alcanzar la felicidad: alguien con quien compartirla.


Hoy quiero dar gracias a mis amigos, por enseñarme el verdadero sentido de la amistad. Por conseguir que llamarlos sólo amigos suene insuficiente. Hoy quiero dar gracias a mi familia, porque todos forman los 8654xx pilares que me sujetan y porque yo soy lo que soy gracias a ellos.


Lo cierto es que la gente avanza, se enamora, se casa, forma familias, conoce gente distinta, pero los que son, los que siempre están, se quedan para darle sentido a tu vida, en mi caso, a tan sólo un vuelo de distancia.

0 comentarios