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Y aprendo

Contigo aprendí que las risas no se cuentan y que las lágrimas se olvidan. Que los momentos mágicos los protagonizan los silencios y que las noches más llenas están vacías de palabras. Que los 'te quiero' poco importan si se dicen por rutina, y los 'lo siento' de nada valen si suman más de tres.


Contigo aprendí cómo amar sin dejar de amarse o cómo tener dos vidas, una contigo, otra sin tí, pero todas con lo mejor de un 'conmigo'. Y aprendí que, a veces, no hay almas más unidas que las que deben caminar por separado, que no hay corazones más enamorados que los que saben latir en soledad.

Contigo aprendí a llenar mi vida de "sin sentidos", a olvidar la lógica, la razón, y todas esas palabras amigas de la cordura, ya que contigo aprendí y contigo aprendo, que no hay amor más cuerdo que el que se lleva a cabo con locura.

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Gracias

Puede que acabe siendo una famosa escritora, quizás sirva en un bar de moda, o quizás sea ama de casa. Puede que me case, o que me divorcie y nunca sepa lo que es el amor para siempre. Puede que viva aquí, allá o aún más lejos, pero ¿que más da? Lo único cierto es que preocuparse por el futuro es como renunciar a tu vida por un desconocido.

Tanto crear sueños y esperanzas que hoy no valoré el abrazo de un niño, el sabor del chocolate, la suavidad de las sábanas o la canción francesa que sonó en la radio mientras me duchaba. Ahora quiero saltar en los charcos, cenar hamburguesas, beber tequila un lunes y gastarme todo lo ahorrado en ese vestido que tanto me gustó.


Hoy quiero alejar al miedo de un soplido, pisotear la tristeza y abrazar a la vida porque puedo, porque quiero, porque no importa si tus propósitos cada vez se ven más lejos. Hoy lucha, crea otros nuevos y no renuncies a nada.


Me he sentado y he analizado la vida. Sí, hazlo. Hazlo y quizás comprendas un poco menos tus lágrimas. Hazlo para darte cuenta de que, como yo, tienes lo ÚNICO que se necesita para alcanzar la felicidad: alguien con quien compartirla.


Hoy quiero dar gracias a mis amigos, por enseñarme el verdadero sentido de la amistad. Por conseguir que llamarlos sólo amigos suene insuficiente. Hoy quiero dar gracias a mi familia, porque todos forman los 8654xx pilares que me sujetan y porque yo soy lo que soy gracias a ellos.


Lo cierto es que la gente avanza, se enamora, se casa, forma familias, conoce gente distinta, pero los que son, los que siempre están, se quedan para darle sentido a tu vida, en mi caso, a tan sólo un vuelo de distancia.

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En memoria

Recuerdo que ese día daban 'Star Wars' en Antena 3. A mi padre aún no le habían trasladado a Cartagena, ¡y mucho le quedaba!, por lo que las cenas en mi casa, a cargo de mi madre, no eran mucho más que sándwiches calientes, pasta o sopa. (No le entusiasma mucho la cocina) Esa noche fueron los sándwiches. Yo llevaba todo el día fuera, entre colegio, clases de matemáticas que sirvieron de poco y un poco de 'paveo' por la ciudad. 
Es curioso lo que recuerda una de esos días que pasan a la historia, y no siempre para bien. 

Me senté en el salón con mi madre y me contó lo que había pasado. Recuerdo que mi reacción fue poco más que un "¿en serio?", y seguí comiendo, hasta que las imágenes de la televisión me dejaron helada en el sofá. Por aquel entonces yo sabía poco de política y mucho menos de terrorismo. En realidad, no sabía mucho más que de pantalones de campana, messenger o piercings en la oreja. Sin embargo creo que, ese día, todos nos hicimos un poco más adultos. 

Todos aprendimos lo que era el miedo, la empatía y la pena. Ese día todos lloramos por aquellos que no conocíamos pero que, por un segundo, fueron como nuestra familia, y todos juramos mantener en nuestro corazón a los que ese día se marcharon injustamente. 

Ese 11 de marzo España entera juró no olvidar, y puede que sea de las pocas promesas que todos hemos conseguido cumplir.

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Paraguas para dos

Me marcho mientras que la soledad recorre cada rincón de mi cuerpo buscando un lugar en el que asentarse. Y mientras camino el frío de este maldito invierno se adhiere a cada uno de mis huesos y me hiela más que nunca. Me subo al tren, y mi corazón sabe que está caminando solo.

Tú contemplas como me alejo, mientras que tu orgullo te ata al suelo de la estación, te paraliza... te convence. Y entonces te vas, y contigo se va la calidez en las noches de lluvia. Junto a tí se marchan las sábanas calientes y los pijamas empapados por nuestro sudor.


Y tras noches de lágrimas, sollozos y súplicas, la paz decide visitarme al amanecer. Llega y me regala días de calma. Me enseña a contemplar el cielo, a respirar profundo, a vivir despacio. Me enseña que las tormentas pasan y que, sin ellas, no sabríamos lo realmente fantástico que es el brillo del sol.


Me enseña que, a veces, el amor necesita días de lluvia y que, lo único importante, es aprender a compartir un paraguas, y esperar a que despeje.


No lo voy a negar. A veces no hay nada más hermoso que aquello que llega a doler. A veces no hay nada más eterno que por lo que merece la pena sufrir.


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Somos lo que somos

Cuando alguien permanece en un mismo lugar durante mucho tiempo, acaba detestándolo todo. Cuando alguien se marcha, empieza a valorar todo aquello que llegó a detestar y, cuando alguien está fuera mucho tiempo, comienza a añorar todo aquello de lo que quiso huir.

Yo, afortunadamente, he tenido el privilegio de marcharme. He tenido la posibilidad de no sólo viajar, sino de vivir en otras ciudades, en otros países, en otros continentes. He conocido diversas culturas, distintos tipos de gente y diferentes maneras de vivir la vida.


Alguien dijo por ahí que son los pequeños detalles los que nos definen y no puedo estar más de acuerdo. No es la política, la economía o la cultura lo que define a un país. Lo que nos distingue del resto son los pequeños detalles a los que nos hemos acostumbrado tanto que, sólo alejándonos, podremos identificarlos.


Allá donde voy oigo todo tipo de comentarios acerca de España, unos buenos, unos no tan buenos pero, en realidad, todos ciertos. Básicamente todo lo que se oye en televisión.Yo escucho, asiento e, incluso, comprendo. Pero por mi mente no deja de pasar la misma frase. 'No saben lo que somos'.


Nosotros somos un café y un periódico en un bar. Somos una mesa llena de gente con distintas conversaciones a la vez. Somos una caña en una terraza a media mañana mientras que se comenta con el camarero el increíble sol estando a enero. Somos sombrillas que se chocan en una playa en pleno agosto. Somos esas conversaciones en un banco tomando pipas.


Somos cenar a las once, cuando empieza la película de la 3. Somos las sobremesas interminables acompañadas de un buen café. Somos levantarnos a las 12 un domingo y vaguear todo ese día. Somos el olor a pan tostado a las 8 de la mañana o esa cabezadita después del teledario. Somos aquello que sólo nosotros conocemos, y por lo que debemos levantar un poco más la cabeza porque, os lo juro, no sabemos lo que tenemos.


Nunca está de más la autocrítica, pero creedme cuando digo que en todos lados se cuecen habas, y sólo nosotros invitamos a toda la familia a probarlas.

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Como agua entre los dedos

No te das cuenta que con la simpleza de un parpadeo puedes romper en mil pedazos tu mundo. Que como el sudor que recorre tu espalda dejarías caer los sueños, los deseos y la esperanza. Que como el mar acercándose a tus pies verías tus promesas llegar, pasar e irse.
Que con el suspiro de aquel que espera rendirías a tu corazón.

Tampoco te das cuenta que con el chasquido de los dedos romperías también mi mundo. Que como una sombra desaparecida en la noche abandonarías mi alma. Que como la lágrima deslizándose por tu mejilla dejarías caer todo lo que he sido, soy, y querría ser contigo.


Como viajero abandonarías mi estación, llevando en tu maleta las películas por ver, los postres por compartir y los lugares por visitar. Arrastrarías contigo los besos por probar, las miradas por cruzar y las sábanas por sudar.


Con la cabeza baja del perdedor, te marcharías en la oscuridad sin llegar a saber, realmente, lo que has perdido. Como aquel que se rinde, andarías despacio, girando la cabeza, por si tus dudas caminan a tu lado, o se han quedado para protegerme.


Y como quien no sabe sentir, me dejarías rodeada de un montón de nada, ante el fracaso de haber intentado crear un todo. Me dejarías atrapada en medio de ese montón de nada al que llamamos vida, una vida que no tendría sentido sin ti para construirla.

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