Gracias

Puede que acabe siendo una famosa escritora, quizás sirva en un bar de moda, o quizás sea ama de casa. Puede que me case, o que me divorcie y nunca sepa lo que es el amor para siempre. Puede que viva aquí, allá o aún más lejos, pero ¿que más da? Lo único cierto es que preocuparse por el futuro es como renunciar a tu vida por un desconocido.

Tanto crear sueños y esperanzas que hoy no valoré el abrazo de un niño, el sabor del chocolate, la suavidad de las sábanas o la canción francesa que sonó en la radio mientras me duchaba. Ahora quiero saltar en los charcos, cenar hamburguesas, beber tequila un lunes y gastarme todo lo ahorrado en ese vestido que tanto me gustó.


Hoy quiero alejar al miedo de un soplido, pisotear la tristeza y abrazar a la vida porque puedo, porque quiero, porque no importa si tus propósitos cada vez se ven más lejos. Hoy lucha, crea otros nuevos y no renuncies a nada.


Me he sentado y he analizado la vida. Sí, hazlo. Hazlo y quizás comprendas un poco menos tus lágrimas. Hazlo para darte cuenta de que, como yo, tienes lo ÚNICO que se necesita para alcanzar la felicidad: alguien con quien compartirla.


Hoy quiero dar gracias a mis amigos, por enseñarme el verdadero sentido de la amistad. Por conseguir que llamarlos sólo amigos suene insuficiente. Hoy quiero dar gracias a mi familia, porque todos forman los 8654xx pilares que me sujetan y porque yo soy lo que soy gracias a ellos.


Lo cierto es que la gente avanza, se enamora, se casa, forma familias, conoce gente distinta, pero los que son, los que siempre están, se quedan para darle sentido a tu vida, en mi caso, a tan sólo un vuelo de distancia.

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